Gavetas
y armarios.
Habréis
tenido en tus dedales la breve somnolencia
del
existir, para ignorar la sombra que danza como
aguja
en el ropaje de nuestra feliz reticencia.
Porque
la sutilidad nunca fue apodo de ese paje,
que
transfiguraba la atmosfera gélida, en pellejo
y
sangre. “Miedos” el tuyo ¡el mío se llamaba espejo!
Os
invito a bailar sinfonías funestas… hoy quiero
a
la memoria vestida de invierno, para mañana
poder
responder al porque, con polvosas tardes me hiero.
Soy
de gavetas y armarios, pocas veces de cortinas
me
adorno, pero agradezco al omnipotente de este llanto,
porque,
aunque no quiera, da musicalidad a mi canto.
¡Oh!,
ya no soy el suspiro altivo que antes profesaba,
entre
tantos rosales por fin encontré las espinas
del
desvelo agudo, y era el perfume lo que yo buscaba.
-Algus
Losa
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